Una marcha de ciclistas por las calles del microcentro y la plaza Independencia, en dirección a la Municipalidad capitalina, terminó con una reunión entre ellos y el subsecretario de Gobierno municipal. El funcionario dijo que escuchó sus planteos, describió las tareas que se realizan y se comprometió a un nuevo encuentro para que se analicen los pedidos que se hicieron. Concretamente, solicitaron “contar con estacionamientos para bicicletas en las calles, en lugares donde funcionan oficinas públicas y otras entidades importantes”, según indicó. También pidieron sacar una ordenanza para que los establecimientos privados cuenten con un espacio reservado para esos rodados “y plantearon el tema del ordenamiento del tránsito”.
Al respecto, los ciclistas habían llegado a la sede municipal en el marco de un reclamo por la percepción de que el uso de las bicicletas ha crecido en los últimos tiempos -sobre todo desde el comienzo de la pandemia y la vuelta a las actividades en la “nueva normalidad”- y sin embargo no ha sido acompañado por un movimiento sustancial de parte de las autoridades en favor de este medio de transporte.
Concretamente, había molestia por el secuestro de la bicicleta de un cadete ocurrido la semana pasada, cuya filmación fue viralizada y puesta en el marco del caos que se observa en la capital, ciudad que -tal como señaló el intendente hace pocas semanas- recibe un flujo de 200.000 personas todos los días, que se suman a las que viven en el territorio de San Miguel de Tucumán. En este sentido, los usuarios de bicicletas fueron con la consigna de reclamar la actitud de los operarios municipales, más que por el deplorable estado de muchas calles -tema que merece análisis aparte por las explicaciones municipales sobre el difícil equilibrio con la sociedad del Agua para mantener el pavimento en condiciones- o por la inseguridad. Por ello, el hecho de que se los haya recibido y que en la reunión se hayan acordado propuestas de trabajo es auspicioso.
No obstante, convendría analizar cuán distantes están todavía los intereses que deberían ser comunes entre ciclistas y funcionarios. Cuando se hicieron las semipeatonales -un sustancioso cambio en el microcentro, en pos de una urbe con escala más humana- se explicó en la Municipalidad que las calles de la zona central son muy angostas y que por lo tanto no caben en ellas las bicisendas; que, en todo caso, convendría pensarlas para las zonas más alejadas. El subsecretario de Gobierno les explicó -según el comunicado municipal- que se está trabajando en su beneficio, tarea que viene realizando el municipio, como las obras de creación de bicisendas y ciclovías en distintos sectores de la ciudad, así como una labor constante para ampliar las áreas destinadas a estacionamientos de motos y bicicletas en la vía pública.
En esta cuestión, caben varias consideraciones. La primera, que está reconocida la tendencia hacia la bicicleta en las sociedades, y de lo cual es un ejemplo Yerba Buena, que ha encarado decididamente una política claramente preferencial hacia el uso de este vehículo, y como modo de desalentar el uso del auto y, por lo menos, obligar con ello a la reducción de velocidades, lo cual significará menos accidentes. En segundo lugar, convendría que de estos encuentros comiencen a generarse estrategias para que se estimule el uso de la bicicleta, así como el respeto a las normas, tanto mediante más bicisendas y de espacios cada vez más amplios para estacionamiento, como actitudes de inclusión en cuanto al tratamiento que les dan los agentes a los ciclistas.